miércoles, 25 de marzo de 2015

UN EVANGELIARIO PARA NUESTRA COFRADÍA


Un evangeliario para nuestra Cofradía



Fotografías: Meryan Cueros de Córdoba y Cofradía 
  

Coincidiendo con el primer día del triduo se hizo entrega a nuestra Cofradía de un libro evangeliario, que reproduce en sus tapas la imagen del panel del altar mayor del Santuario de María Auxiliadora en el que se encuentra el Cristo de la Noche Oscura. La incorporación de esta obra a nuestro patrimonio es fruto de la donación de un hermano.





El evangeliario es el libro litúrgico previsto exclusivamente para la proclamación del evangelio. En la mayoría de las ocasiones para esta función se emplea comúnmente el leccionario, en el que junto al evangelio se encuentran también las restantes lecturas y el salmo. De hecho el uso del evangeliario se ha visto reducido en la práctica a los templos más importantes y a las grandes solemnidades.

La ordenación litúrgica concede notable relevancia a este elemento. Así, en el número 349 de la Instrucción General del Misal Romano, se indica: “téngase especial cuidado de que los libros litúrgicos, principalmente el evangeliario y el leccionario, destinados a la proclamación de la Palabra de Dios y que por esto gozan de especial veneración, sean en la acción litúrgica realmente signos y símbolo de las realidades sobrenaturales y, por lo tanto, sean verdaderamente dignos, bellos y decorosos.”

Desde hace algunos años nuestra Cofradía ha apostado por cuidar todo lo concerniente a su Fiesta Principal. Hasta ahora en ella veníamos utilizando un leccionario para la procesión de entrada y para momentos relevantes, como el juramento de los hermanos mayores. Ahora se ha tratado de hacer “nuestro” evangeliario; esto es, un soporte digno para la palabra de Dios cuya iconografía responde a un tiempo a la universalidad de la Redención y a la singularidad de nuestra comunidad cofrade.





El texto empleado para el evangeliario es el tomo VII del leccionario, que incluye las lecturas del Martes Santo junto a las de las ferias de Cuaresma y Pascua, ya que de este modo queda asegurada su plena conformidad con la ordenación litúrgica de nuestras celebraciones. Podríamos decir que hemos convertido un leccionario en un evangeliario, al reservarlo para la proclamación del evangelio.

Para embellecer la obra se ha optado por el trabajo de cordobán, que han realizado los artesanos de la casa Meryan de Córdoba. El cordobán es una forma de curtir y trabajar la piel, en las que se emplean diversas técnicas como el repujado, el gofrado y el ferreteado.




El proceso, exclusivamente hecho a mano, comienza con la selección de la piel, en este caso piel ovina de primera calidad. Una vez decidida la composición, se procede a la transferencia del diseño a la piel previamente humedecida, como muestra la fotografía, a la que se le va dando perfil y volumen para marcar las imágenes. Luego se aplica el color del cuero, la policromía y los barnices a la piel ya labrada y consolidada para después dar unas pátinas de aceite que envejecen el cuero y permiten perfilar las sombras y contrastes de las zonas trabajadas. En el proceso de elaboración de nuestro evangeliario han tomado parte 4 artesanos de Meryam. 

La determinación de la iconografía ha constituido una de las partes que ha requerido de mayor atención. Tras estudiar diversas alternativas y dado nuestro carácter de cofradía “peregrina” se pensó que podría resultar inspirador incorporar elementos del altar desde el que nuestro Titular preside el Santuario de María Auxiliadora. Todo esto ha implicado la necesidad de fotografiar el altar y cada una de las escenas que compuso el ceramista madrileño J. M. Arroyo, en 1969. El motivo para la portada estuvo claro desde un primer momento: la escena central que presenta el grupo de Jesús en la Cruz, entre María y Juan.

La orla que enmarca esa escena en el panel del altar ha inspirado la que figura en el evangeliario y sirve para incorporar el Tetramorfos en tondos alusivos a los cuatro Evangelistas en la portada. El uso de estas metáforas visuales tiene larga tradición en la historia de la Iglesia. Los estudiosos han encontrado referencias que entroncan con pasajes del Libro de Ezequiel (1, 5-10) y del Apocalipsis (4, 1-9). Ireneo de Lyon, al final del segundo siglo, ya puso en conexión estas imágenes zoomórficas con los Evangelistas y San Jerónimo, en el siglo IV, asoció cada una de las representaciones animales con un Evangelista: Mateo con el ángel, ya que su Evangelio comienza con la Encarnación; Marcos con el león, dado que su Evangelio empieza con la figura del Bautista, que es la “voz que clama en el desierto, potente y solitaria como el rugido de un león”; Lucas con el buey porque su  relato parte del sacrificio que realiza  Zacarías, padre de San Juan Bautista; y Juan con el águila, puesto que el contenido de su Evangelio eleva los espíritus como un águila en su vuelo.



Para la contraportada, que también va bellamente decorada dado que evangeliario se lleva en alto y puede usarse para bendecir, por lo que sus dos caras resultan visibles, se ha partido de una de las escenas representadas en el altar, concretamente la que se encuentra en la fila inferior derecha más cercana a la escena central, la asunción y coronación de María. En la elección han influido varias cuestiones: la necesidad de buscar un tratamiento de las facciones y los paños similar al de las imágenes de la portada y el que se tratara de una escena que evocara el triunfo y la perfección de la obra redentora de Cristo tras su paso por la tierra. También esta elección ha querido ser un homenaje a la Madre de Dios y titular del templo en que residimos.



El conjunto se completa con la cruz potenzada, que figura en las dos caras del libro como símbolo de la Cofradía, junto a dos signos destinados a indicar la pervivencia del mensaje evangélico: las letras griegas alfa (A) y omega (W), colocadas sobre el lomo como recordatorio de la divinidad de Cristo —que junto al Padre y al Espíritu existe desde el principio, ahora y siempre—, así como el monograma de Cristo, las letras griegas chi (X) y rho (R),  en el broche que expresa la idea de que Él es la llave de la salvación.



El broche es de plata de 925 milésimas, tiene forma cuadrada y su diseño es románico. Ha sido repujado, cincelando y segueteado a mano por el orfebre cordobés D. Jesús Amaro Hernández.


A la vista del resultado final logrado, podemos afirmar que los distintos artesanos que han intervenido en las distintas fases del proceso (ejecución del cordobán, ejecución del broche, encuadernación y montaje final) no se han limitado a una mera labor de copia, sino que han hecho un verdadero trabajo de conjunción e interpretación artísticas.  



Úbeda, Cuaresma de 2015.                     

                

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